jueves, 6 de diciembre de 2018

¿LENGUAJE POLÍTICAMENTE CORRECTO?


(Foto mía)
    El lenguaje políticamente correcto surgió en los Estados Unidos, hacia los años 50 del siglo anterior, como una reacción a la cultura WASP, que representaba a la clase dominante. Lo que en inicio fue un movimiento con pretensiones igualitarias, rápidamente se fue convirtiendo en una forma de censura en el ámbito léxico, de modo que vocablos que denotaban aspectos no aceptados por la cultura dominante quedaban postergados hasta caer en desuso o, simplemente, no eran empleados a fin de evitar ser tachados de retrógrados o similares.
   Como bien conocemos, la moda del lenguaje políticamente correcto también llegó a Europa, con gran éxito en muchísimos países. Según este principio, no se deberían utilizar términos despectivos hacia grupos sociales desfavorecidos, o personas que se hallen en parecida situación. Así, palabras como negro, gordo, calvo, etc... están eliminadas. 
(Foto mía)
Hasta este punto, todo es perfectamente comprensible, pues la cortesía dicta que no se debe herir a los demás. Lo que ya no me parece tan razonable es la pretensión de algunos grupos en defensa de los toros, que intentan imponer a la RAE que elimine expresiones como coger el toro por los cuernos. Por una parte, los toros no se van a enterar de cuándo empleamos este modismo, ni van a tener mejor o peor vida porque lo empleemos; por otra parte, el lenguaje metafórico siempre ha jugado con referencias a los animales, por lo que la supresión del modismo implicaría un empobrecimiento de la lengua. Además, resulta más directo el modismo que su expresión denotativa (afrontar el problema).
(Foto mía)
   El lenguaje políticamente correcto, si se llevara hasta sus últimas consecuencias, también impediría decir que alguien es un lince, un pato, un zorro (una zorra es ya distinto), un buitre, un elefante, un águila, una tortuga, un caracol, etc. Y no digamos nada de otros modismos basados en símiles con los animales como protagonistas: libre como un pájaro, dormir como un lirón, fuerte como un toro (¡qué casualidad que no han dicho nada de este modismo!), valiente como un león... 

    Para finalizar, deseo aclarar que soy amante de los animales. Mi crítica se orienta más bien hacia quienes mezclan aspectos que no guardan ninguna relación, como las posibles menciones a los animales en las expresiones cotidianas. En cualquier caso, espero no haber sugerido ideas inadecuadas a quienes no se les habían ocurrido.

miércoles, 5 de diciembre de 2018

JUBILACIÓN, RETIRO, TRABAJO...

Barca tradicional en el lago Bled (Eslovenia)
   ¡Mucho tiempo había pasado desde mi última entrada! Es cierto. Sin embargo, una vez jubilada, cabalgo de nuevo en mi blog, al que tantas horas había dedicado.

    En este momento se impone hablar la etimología. La palabra jubilación no se me quita de la boca. Es bueno marcharse cuando una se encuentra bien de salud y puede disfrutar de la vida y de los pequeños placeres diarios. Estoy cumpliendo al pie de la letra lo que el vocablo significa: dar saltos de alegría al haber abandonado el trabajo. 

   Enlazando con el segundo vocablo, "retiro", declaro que no me estoy retirando de nada que me apetezca hacer. Es más, para mí va a ser tiempo de viajar, mantener mis amistades... y, sobre todo, mi gran ilusión de los últimos años: aprender ruso.

Palacio de Potsdam: La casa china de té (Foto mía)
  ¿Cómo se comprende entonces la relación entre "jubilación" y "trabajo"? De una manera muy sencilla. Me gusta y me ha gustado mucho la filología y la enseñanza de la lengua y la literatura castellanas, pero siempre que se dé una mínima predisposición por parte de los alumnos; es imposible enseñar a quien no quiere aprender, y en esas circunstancias no sirven las premisas vitales ni la vocación. En mi opinión, del profesorado se espera demasiado en la actualidad. Entre otros aspectos, se piensa que debe estar capacitado para solucionar todos los males de la sociedad, lo que resulta imposible. En este sentido, siempre he comentado que, exactamente igual que a los médicos se les mueren los pacientes, tampoco se puede conseguir el cien por cien de éxito con todos los alumnos. Obviamente, los mejores resultados se obtienen cuando se cuenta con la colaboración de las familias. Sin embargo, estas cada vez dejan -que no delegan- que los centros escolares sean los encargados de educar a sus hijos, aunque se reservan el derecho a réplica en cuanto no les gusta alguna medida; lo más grave, además, es que suelen cconseguir salirse con la suya. La consecuencia más habitual es que los profesores se cansen de luchar contracorriente y terminen quemados. Al fin y al cabo, el "trabajo" es, para ellos y en estas circunstancias, el tripalium latino, ese instrumento de tortura compuesto por tres palos cruzados al que se sujetaba al reo.

  En adelante, espero tratar asuntos lingüísticos en un tono menos ácido.