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El lenguaje políticamente correcto surgió en los Estados Unidos, hacia los años 50 del siglo anterior, como una reacción a la cultura WASP, que representaba a la clase dominante. Lo que en inicio fue un movimiento con pretensiones igualitarias, rápidamente se fue convirtiendo en una forma de censura en el ámbito léxico, de modo que vocablos que denotaban aspectos no aceptados por la cultura dominante quedaban postergados hasta caer en desuso o, simplemente, no eran empleados a fin de evitar ser tachados de retrógrados o similares.
Como bien conocemos, la moda del lenguaje políticamente correcto también llegó a Europa, con gran éxito en muchísimos países. Según este principio, no se deberían utilizar términos despectivos hacia grupos sociales desfavorecidos, o personas que se hallen en parecida situación. Así, palabras como negro, gordo, calvo, etc... están eliminadas.
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Hasta este punto, todo es perfectamente comprensible, pues la cortesía dicta que no se debe herir a los demás. Lo que ya no me parece tan razonable es la pretensión de algunos grupos en defensa de los toros, que intentan imponer a la RAE que elimine expresiones como coger el toro por los cuernos. Por una parte, los toros no se van a enterar de cuándo empleamos este modismo, ni van a tener mejor o peor vida porque lo empleemos; por otra parte, el lenguaje metafórico siempre ha jugado con referencias a los animales, por lo que la supresión del modismo implicaría un empobrecimiento de la lengua. Además, resulta más directo el modismo que su expresión denotativa (afrontar el problema).
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El lenguaje políticamente correcto, si se llevara hasta sus últimas consecuencias, también impediría decir que alguien es un lince, un pato, un zorro (una zorra es ya distinto), un buitre, un elefante, un águila, una tortuga, un caracol, etc. Y no digamos nada de otros modismos basados en símiles con los animales como protagonistas: libre como un pájaro, dormir como un lirón, fuerte como un toro (¡qué casualidad que no han dicho nada de este modismo!), valiente como un león...
Para finalizar, deseo aclarar que soy amante de los animales. Mi crítica se orienta más bien hacia quienes mezclan aspectos que no guardan ninguna relación, como las posibles menciones a los animales en las expresiones cotidianas. En cualquier caso, espero no haber sugerido ideas inadecuadas a quienes no se les habían ocurrido.