miércoles, 28 de noviembre de 2012

ETIMOLOGÍA POPULAR

El tigre se desternilla de risa porque ya ha leído esta entrada
         Esta vez rizamos el rizo. No voy a poner yo el título a esta entrada, sino vosotros; es decir, os toca colaborar. Mientras tanto, la entrada estará huérfana de título... y eso no le gusta. 
(¡Buah, buah!) (¿No oís sollozos...?)

  Quien primero escriba un comentario en esta entrada indicando correctamente el nombre del fenómeno que se describe, recibirá un regalo sorpresa

Una bella panorámica siempre ayuda

        El fenómeno al que se refiere el artículo consta de dos palabras. Tenéis que rellenar los huecos y, como pista, os doy la inicial de cada de las palabras; lógicamente, cada raya representa una letra.

     Ahora voy a reproducir el artículo, de José María Romera, publicado en El Correo el 14/11/12:

"Guasas 

Si hay gente que al enfadarse se pone "como un obelisco" y que toma "dolotiles" para aliviar el dolor de cabeza, ¿cómo criticar al que en un viaje a París visitó "la torre Infiel", compra una olla "de acero inexorable" o sube los "levaduras eléctricos" de su coche? Así actúa la etimología  popular, siempre a la busca de sentido para los significantes arbitrarios. Cuando el hablante no encuentra una relación lógica entre la palabra y su referente, se arrima a lo conocido y al hacerlo trastoca unos vocablos o inventa otros descabellados pero a veces de tan formidable calidad que merecerían pasar de inmediato a los diccionarios. ¿No se parecen las lluvias torrenciales al "danubio universal"? ¿Qué tienen de desacertadas las "garrafas de viento", las "gotas de delirio" para la conjuntivitis o el hecho de que en las zonas de vicio de la ciudad abunden las "prostiputas"? El mecanismo se mantendrá vivo mientras los idiomas sigan incorporando a su léxico términos extraños, sobre todo aquellos que nos enfrentan con el progreso y sus invenciones y que confrecuencia son nombrados con préstamos de otras lenguas. Piénsese en el "WhatsApp" (pronunciado aproximadamente "wasap"), tan extendido en nuestros usos comunicativos que ha pasado de designar una aplicación de telefonía móvil a ser sinónimo de 'mensaje rápido'. La gente joven los emplea sin descanso. Recurren a ese canal para sus citas y sus confidencias, pero sobre todo para sus comunicaciones informales y divertidas. Así que algunos mayores han acabado creyendo que la forma correcta de denominarlos es "guasas" y escriben en sus smartphones: "mándame un guasa". Otro acierto pleno, otro acto de justicia idiomática cometido por la etimología popular".

(OBSERVACIÓN: Las negritas son mías).

¿A quién no le gusta la navidad? Ahora está cerca

     ¿Os ha gustado el artículo? En caso de respuesta afirmativa, en este enlace tenéis más ejemplos que tampoco tienen desperdicio.

    Ahora es vuestro turno. Espero el primer comentario para poder titular la entrada e incorporar un triunfador más a este blog.


APOSTILLA (1-12-2012):
La entrada ha abandonado su orfandad gracias a Saray O. (ENTRADA: Muchas gracias y besitos, Saray ¡Yuju!)

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